miércoles, 8 de septiembre de 2010

EL QUE GUARDA SU BOCA GUARDA SU VIDA

EL DE CORAZÓN SABIO RECIBE LOS MANDAMIENTOS, MAS EL DE LABIOS NECIOS VA A LA RUINA.
Proverbios. 10: 8.






Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo.      
                                                                        Apocalipsis, 3:20.

Son las palabras, de nuestro señor Jesucristo, dónde el empieza, por tocar la puerta de su corazón, con el respeto que usted se mérese, solo espera que tú, la abras para poder, dentrar y producir en usted, nuevo nacimiento.
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo:
—Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Le respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le preguntó:
—¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
Respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo”. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
                                                               San Lucas 3: 1 al 8


















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